ACUARELAS DE MONTAÑAS, POR AIDA MORÁN


El texto debería comenzar con una descripción de cómo soy, una buena presentación, pero prefiero lo sencillo: “Hola, me llamo Aida”. Entre la variedad de labores a las que me dedico, o me he dedicado: pinto, en acuarela.

Explicar por qué pinto es tan complicado como explicar por qué escalo en la mayor variedad posible de escenarios, o por qué transito por alguna elevación geográfica llamada montaña. De hecho, buscar los “porques” de todo me “enfurruña”, no me gusta. Hacer lo que hago es como cuando te apetece dar una acogedor abrazo de mantita, lo sientes, extiendes los brazos, lo das y punto.


Si te puedo escribir que me gusta la acuarela por su técnica, que la prefiero a cualquier otra. Me divierte y frustra a partes iguales no poder rectificar (aunque ya voy encontrando trampas), las aguas que hace en el papel, el efecto de las sombras, etc. Lo denomino, la “técnica del soltar”: no puedo controlar todo, el papel también toma sus propias decisiones; lo que sale, hecho está, si no te gusta, sigue adelante o empieza de nuevo.

Continuando... Las cambio por material de escalada. ¡Ostras!, vaya locura, ¿no? Pero espera, lo puedo explicar y no todo es el dinero, o sí... los friends, mosquetones, etc. valen una “pasta”, así que algo de dinero va por ahí circulando… Como soy un bicho raro, le doy una vuelta de tuerca al asunto, y cambio arte por material de escalada (nuevo), para continuar escalando mis sueños y aportar un pequeño grano de arena a una pequeña tienda de barrio, con quienes estoy infinitamente agradecida por apoyar desde el minuto uno a unos pinceles inexpertos aprendiendo a vivir.

No sé si lo he aclarado lo suficiente, de todas formas, gracias por leerme.

¡Nos vemos en el monte!


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